3 de febrero de 2009

Esparragos, esparragos, nos dan pura energía...

Que las anécdotas placenteras sirvan como instrumento para pulir la inteligencia y limpiar el oxido de nuestros corazones. (Ahmad Al-Tifashi)

No se como andará el tiempo por los lugares en los que os encontráis, pero aquí en Granada, desde que yo volví, parece que hubiesen pintado el cielo de gris. La lluvia hace presencia casi todas las semanas, dejando a su paso varios días, tanto anteriores como posteriores, un cielo triste. Lejos de ofuscarme por ello, busque el lado positivo de las cosas: tanta agua tenia que haber hecho crecer espárragos (en el supuesto de que es esta zona crezcan) y ya sabéis todos la afición que tengo yo por ellos porque como bien nos enseño nuestro querido extraterrestre comegatos Alf: “Espárragos, espárragos, nos dan pura energía...” (seguro que Lidón ya me esta oyendo cantarla).

El caso es que le propuse a Sergio volver a la fuente del Avellano el fin de semana si el tiempo lo permitía para ver si encontrábamos espárragos, lo cual le sorprendió bastante porque hasta ahora los único espárragos que el había visto eran los de la verdulería. Pasamos el mensaje a varios amigos, pero finalmente el único que se apunto fue Emiliano (mas conocido como “el carbonizador de morcillas”). A pesar de que el viernes había hecho un día radiante, el sábado amaneció grisáceo y amenazando lluvia. Ello no mermó el espíritu optimista de Sergio, que tras asegurar que no llovería, en cuanto empezó ha hacerlo se limito a decir “pero si son cuatro gotas que enseguida escamparan” y de hecho era una lluvia de esas tan fina y dispersa, que no te hace falta ni abrir el paraguas (que por supuesto habíamos cogido ¿qué os pensáis que estamos tarados?). Después de que Emiliano nos hiciese esperarle una media hora en el portal y provocase que Sergio y yo desplegásemos todo nuestro arte cantando canciones de tuna (y no es coña), Emi nos dijo que tenia que pasar por correos, y luego que tenia que desayunar y que le apetecía un chocolate con churros. Así que en definitiva diré:
· Hora de salida: 1 p.m.
· Temperatura: 6ºC
· Previsión del tiempo: chaparrón a porrón.

Cuándo iniciamos el camino de la fuente del Avellano, empezó a llover con intensidad (jo! Que culto me ha quedado eso) así que abrimos nuestros preciosos superparaguas comprados en los chinos pero superresistentes. No os describiré como fue llegar hasta la fuente porque ya esta explicado en una entrada anterior, pero no tiene perdida explicar la continuación. El camino se convertía de repente en una estrecha senda con ramas a ambos lados, vegetación muy verde sin espárragos a la vista y un suelo muy muy embarrado, resbaladizo y sobre todo pringoso. Realmente, y por extraño que parezca dada la latitud en la que nos encontrábamos, recordaba un paisaje de Pirineos. Tras unos 15 minutos caminando había una bifurcación. Por la parte que seguía hacia arriba se oían perros ladrándonos sin parar, y creo que no es de extrañar porque por ahí hay una comuna hippy, por lo que optamos por el camino de bajo. Seguro que todos habéis visto la típica película en la que al llegar a un cruce se ve un camino fácil y uno difícil. Nosotros optamos por el difícil. Este tenia mucha pendiente hacia abajo y en un determinado punto parecía que un torrente de agua hubiese hecho desaparecer el camino dejando un salto. De no haber estado resbaladizo, no hubiese habido problemas, pero dada la situación resultaba bastante cómico vernos resbalábamos ladera abajo para luego salvar el desnivel colgándonos de los arboles y lo mejor era pensar como diantres lo subiríamos luego. Al llegar abajo, encontramos un prado lleno de boñigas de burro. Lo recorrimos pero ya en dirección de vuelta a casa esperando encontrar un puente que nos ayudase a cruzar el río y aparecer en Sacromonte. Dado que no lo encontramos seguimos para buscar una senda que nos devolviese al camino original pero resulta que la llegar al final del prado solo había una casa abandonada vallada y una puerta,que daba al camino, cerrada y difícil de saltar (lo probamos), así que no nos quedaba mas remedio que volver por donde habíamos venido. A todo esto quiero recordar que seguía lloviendo a mares y que a pesar de que los paraguas nos servían para taparnos, no hay que olvidar la dificultad de pasar con un paraguas grande por una senda estrecha. Y eso por no mencionar los momentos de despeñarse en los que los usábamos como bastones, pero el problema es que se hundían demasiado. La subida evidentemente fue dificultosa, pringosa para zapatillas, manos y paraguas, resbaladiza y muy muy divertida y, como era de esperar, la lluvia ceso en cuanto volvíamos a entrar en la civilización. Conclusiones:
· Llegada: 3 p.m.
· Temperatura: 8ºC
· Material recogido: agua y barro
· Final de trayecto: un cambio de ropa en casa con una ducha calentita y un buen plato de comida.

No obstante, no se porque Sergio y yo nos molestamos en busca aventuras fuertes fuera de casa. Desde que llegamos de las vacaciones navideñas que nuestro portal esta en obras y es toda una odisea atravesarlo. De hecho nosotros hemos optado por dejar los zapatos en la entrada de casa y cambiarnos cada vez que entramos y salimos, porque subimos tanto polvo que es tontería limpiar. Hace dos días colgaron un cartel en el portal y una vez leído entenderéis porque Sergio, para tocar las narices le dice a cada vecino que se encuentra. “yo solo voy a estar aquí por una año, pero la verdad es que no entiendo como se meten en obras si no tienen dinero para pagarlas”.

En fin gente, como siempre os mando muchos besitos, collejas, CGW.

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