7 de octubre de 2009

El refajo de la faja

"La irregularidad, es decir, lo inesperado, la sorpresa o el estupor son elementos esenciales y característicos de la belleza"
-Charles Baudelaire-

Hay cosas en esta vida que no sorprenden. A mi por ejemplo me parece de lo mas normal que un abrefácil sea difícil de abrir. No se, es una de esas pequeñas contradicciones que le dan picante a la vida. Tampoco me resulta extraño encontrarme a mi compi de la infancia en medio la calle dándome la sorprendente noticia de que ahora esta aprendiendo a hacer magia y tratando de hacerme un truco de cartas usando como mesa el asiento de la parada del autobús que él debe coger de inmediato.

Del mismo modo, me parece totalmente natural que hoy, mi primer día de curro, se me hayan perdido dos abuelas. Que en realidad no es que se me hayan perdido, porque vamos a ver, no son dos monedas que se me hayan caído del bolsillo. Es que ellas, bajo su cabezonería de ir a los sitios cuando ya no hay tiempo y su confianza de saber moverse por una ciudad desconocida, se han perdido sin ayuda de nadie. Que a mi no me importa. Que yo ya iba con tiempo porque me las conozco. Pero si deciden irse a la aventura en plan "Teo en la ciudad" que menos que:


a) avisar
b) comprase un plano de la ciudad o en su defecto traer de casa una brújula
b.1) saber usar la brújula
c) llevar móvil
c.1) tener el móvil de alguien del autobús


Lo curioso es que estas desorientaciones se producen siempre por una misma causa: la búsqueda de un billete de lotería de navidad. Que tu luego las ves llegar sofocadas diciendo "¡me he perdido!" y te entran ganas de contestarle "¿Está convencida de que ese décimo le va a traer suerte? Porque de momento no ha empezado muy bien". Lo que si que me sorprende es que el resto de sus compañeras se sofoquen por la tardanza. A ver.... todos tenemos el típico amigo lentorro al que le dices que habéis quedado media hora antes y así solo tenéis que esperarle diez minutos. Pos bien, en un pueblo chiquito donde todas las amas de casa se conocen y están hartas de hacer salidas ¿como es posible que no se lo esperen? Que yo les agradezco mucho su solidaridad hacia mi persona, pues soy las que las tiene que llevar de sitio en sitio, pero ya estoy curada de espanto así que simplemente preveo estas situaciones, me las tomo con calma y no me sulfuro ¿Acaso ganaría algo poniéndome de mala leche y riñendolas? Pos no. Yo feliz cual perdiz a la que le gusta ser un junco hueco no pierdo la sonrisa de la boca, pongo paz entre todas y lo que ocurra me lo paso por el refajo de la faja que ellas han tenido la gentileza de mostrarme en los baños del museo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Yo ya te conté mis locuras, ahora cuentame tú las tuyas.