21 de enero de 2015

DIGNIDAD. SIEMPRE DIGNIDAD

"La dignidad comienza donde la jactancia acaba"
-Edward Young-

"Dignidad. Siempre dignidad". Este era el lema de Don Lockwood  en la película "Cantando bajo la lluvia" y esas eran las únicas palabras que me venían en mente cuando el camarero del restaurante vitnamita me trajo el bol de sopa y me dejó como únicos utensilios una  típica cuchara oriental y unos palillos chinos.

Alli estaba yo, delante de un bol de caldo en el que literamente me cabía la cara, y pensando ¿cómo me como yo esto? Porque de entrada la cosa no parece tan complicada: usas los palillos para coger los trozos de carne y las verduras y la cuchara para el caldo pero...¿y los tallarines kilométricos de dentro de la sopa? Si usabas la cuchara se descolgaban por todas partes dando la sensación de que una medusa estuviese emergiendo de las aguas directa hacia tu cara. Y si usabas los palillos aparecía ante ti una cortina chorreante que tenías que acabar succionando mientras salpicabas cual aspersor a diestro y siniestro. Y claro, tras la ducha de cada bocado te preguntasbas ¿que hago?¿limpio la mesa, a mi o la espalda del señor de la mesa de al lado?

Por fortuna, mi abuelo me enseño desde muy pequeñita que "allá donde fueres  haz lo que vieres" asi que observé a todos aquellos comensales que tenían cara oriental y descubrí que el truco era con los palillos colocarse las cosas en la cuchara y de ahí a la boca. Lo cierto es que el método funcionaba y reducía en un 80% el riesgo de chubascos de caldo a mis alrededores pero ¿qué quereis que os diga? Yo creo que una mutación de los tallarines en fideos y una occidentalización de la cuchara habrían convertido mi comida en algo mas sencillo (aunque tal vez no tan divertido).

Cuando por fin conseguí acabar con todos los tropezones de la sopa traté de tomarme el caldo pero el corto mango de la cuchara  y su angulo de 110º me impedían llegar al fondo del bol. Volvi a recurrir a mis vecinos de local en busca de ayuda pero su solución era ¡¿dejarse el caldo?! ¡¡¡Venga ya!!! ¿3ºC en la calle y os dejais el caldo calentito? ¡A la porra! No hay ningún argumento válido que le permita a mi cerebro abandonar un bol de caldo a su propia suerte y menos cuando fuera parece que estemos en la Edad del Hielo. Asi que me armé con la cuchara, retorci mi mano cual sacacorchos y la introduje en el bol tratando de sacar el preciado liquido cual beduino que saca agua de un pozo en medio del desierto. Según la extracción iba teníendo su exito, la labor se complicaba y ello hacia que cada vez mas tuviese la sensación de estar metiendo mi brazo en el bolso de Mary Poppins tratando de llegar a un fondo que parecía inexistente. Tras más de cinco minutos de extracciones petroliferas deje la cuchara a un lado del plato y me recoste en la silla observando triunfante y con orgullo el bol casi vacio, una mesa con gotelé de sopa  Pho y una servilleta de papel mas empapada que Bob Esponja. Dignidad. Siempre dignidad.

1 comentario:

  1. Por lo menos has conseguido hacerlo sin bailar de rodillas mientras los muebles se mueven a tus espaldas y tocas el piano con los pies. No está mal =)

    ResponderEliminar

Yo ya te conté mis locuras, ahora cuentame tú las tuyas.